Me ha quedado resonando el
post que leí ayer y también el de
Franca, que me llevó a aquél, sobre el abuso del alcohol en nuestros jóvenes.
Es que también en estos días veía que, incluso entre los adultos jóvenes, muchos de los encuentros de amigos, y tiempos de distracción, se “logran” de esta forma. Gente que es muy seria en su trabajo, parejas que se llevan bien -unos con cerveza, los más grandes con otras cosas-, desgraciadamente tiene la bebida como un recurso válido de “alegrarse” y de “encontrarse”.
Y entonces no es tan, hasta diría, “ridículo” como nos puede sonar a nosotros eso de: “Lo que importa es ...la cerveza”.
Me preocupa en este tiempo, y sé que no es algo tan nuevo, que haya –¡y las hay! y no son tan pocas- personas que sólo encuentren lo que ellos llaman “alegría”, o “sentirse bien”, de esta forma. En el alcohol, en la droga.
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Y confieso que, hoy, me preocupaba más todavía el hecho de que, nosotros, sus hermanos, no podamos mostrarles otra alegría; no sepamos vivir, y comunicar la verdadera Alegría.
-“Les anuncio una gran alegría” dijeron los ángeles a los pastores aquella noche...
- ¡Evangelio quiere decir: “Buena Noticia”!...
¿Cuánto tengo que ver yo -con mi falta de alegría (y, humildemente, me creo cristiana), y con mi modo de comunicar el "Anuncio" que, tantas veces, no es precisamente irradiando-, cuánto pesa lo mío, en la “no-alegría” de mi hermano, de mi pueblo, y del mundo?
Parece que hoy, Benedicto, en el Ángelus, nos animaba a 'vivir la alegría de ser cristianos'.