Nuestra Fe -católica- cree que es muy bueno pedir la intercesión de los santos para nuestras necesidades; y ellos, desde el cielo, se lo rogarán a Dios. Jesús mismo dice en el Evangelio: 'Pidan que se les dará'.
Pero -aún estando seguros de que Dios, y los santos, atenderán nuestra oración- sólo Dios sabe cuál es la respuesta que nos va a ayudar y, por lo tanto, nos dará.
Por otro lado, cada vez es más común que corran cadenas -ya sea por internet o también con fotocopias que dejan en las iglesias, o que te entregan y demás- que te aseguran que, si cumples tales condiciones y no rompés la cadena, al día tal de empezarlas se te dará la gracia, o cosas por el estilo. Eso no es lo mismo, ya que resulta un ponerle condiciones a Dios y como una manipulación: El, si yo hago -o hacemos- equis ritos o actos, no puede sino hacerme caso. Mirándolo bien, ahí estoy poniéndole yo condiciones a Dios, y eso realmente es imposible.
Dios es Dios, y debemos confiar -pedirle por supuesto, y confiar- plenamente en Él.
Él nos cuida, nos escucha, y por sobre todas las cosas nos ama totalmente a cada uno. Sería -también- terrible que pudiera Él decidir que, si yo no puedo cumplir o debo cortar la cadena, se suspenda la gracia que me haría bien o, lo que es peor -y a veces anuncian-, me sucediera alguna desgracia.
Nunca un Padre haría algo así.
Este modo es más bien como comercial, y Dios no es un comerciante.
Pidamos con confianza -lo dice Jesús- y estemos seguros de que Dios nos dará lo que sea mejor para nosotros.