domingo, septiembre 06, 2009

De corazones y tesoros...




Siguiendo un poco el tema del domingo pasado, lo del tesoro y el corazón.
Me refiero sobre todo a la nota.
En mi imaginación repasaba lo que a veces resulta un largo recorrido.
Al principio, todo está como unificado: el entusiasmo, la cabeza, los sentimientos todos, el cuerpo mismo va solo directo al fin; no cabe duda dónde está el corazón. Pero cuando el viaje se hace largo –se está lejos del comienzo, y todavía no se ve la meta- ya la cosa se pone distinta; pareciera que no hay entusiasmo, la cabeza –si todavía la manejamos- está en otra cosa o hasta puede parecer vacía, los sentimientos… a veces hasta te juegan en contra…
Pero, pensaba, ¿dónde está entonces el corazón?...
¡Hacia donde están yendo los pies!, sin dudar de nuevo.
Si los pies, aunque sea ya sin todo lo demás, siguen todavía caminando -paso a paso- con dirección del mismo fin, no hay duda, de que el corazón está allí.
Si se paran definitivamente, o se desvían…
Pero si siguen en dirección a la meta ¡no dudemos que es con el corazón!

Me daba cuenta que a veces nos desanimamos porque parece que se nos apagó el entusiasmo; o no estamos exultantes como al principio... o creemos que ya no estamos poniendo el corazón...

7 comentarios:

Juan Ignacio dijo...

Muy interesante analogía.

Por eso es buena la generación de hábitos buenos que sean ese caminar en la dirección correcta. Cuando se nos vayan las emociones por el camino de otras cosas, en las cuales ponemos nuestro corazón, tendremos quien nos recuerde el camino verdadero.

Anónimo dijo...

En la vida se debe tener una meta definida, pero muchas veces la vida nos da tantos golpes que perdemos las ilusiones de seguir adelante por el camino que teníamos trazado, pero está claro que vivir sin seguir un derrotero, sin poner el corazón en cada paso que nos lleve a lo que aspiramos, es como estar muertos en vida.
Éste artículo encierra mucha filosofía, hay que poner el corazón en lo que hacemos.gracias hna. Josefina por ayudarnos a pensar.
María del Carmen

ALMA dijo...

Muy reflexivo post Hermana y personalmente cuando me vence el desánimo ..ahi dejo que mi corazón me guie.


Buena semana

Fernando dijo...

Querida hermana, su texto es muy bonito, pero por desgracia me resulta demasiado optimista. ¿Cúantas veces al subir al monte (y hablo metafóricamente, como en su texto) el corazón desea seguir, desea con todas sus fuerzas llegar a la cima, para ver el gran paisaje, y no tiene más remedio que quedarse a mitad de camino, sentado en un tronco, porque no puede más?

El corazón, si es grande, se hace mucho proyectos, que luego el resto del cuerpo no siempre puede obedecer: en el monte auténtico y en el monte de la vida.

hna. josefina dijo...

Fernando ¡qué bueno tenerte de vuelta!
Si el alto sirve para retomar fuerzas, y después retomamos; si nos desviamos un poco o hasta retrocedemos pero después corregimos; creo que todo va bien.
Yo creo que no es llegar directo y sin dificultades -¿se da alguna ve?- sino permanecer en la marcha quizás volviendo a empezar cada vez.
¡Saludos!

Anónimo dijo...

Hna. Josfina, estoy de acuerdo con el comentario que le hace a Fernando, los caminos de la vida no son un lecho de rosas, hay muchas piedras y caídas, cansancio y pesimismo, el mérito está en levantarse y seguir adelante, o volver a iniciar el camino nuevamente, cuantas veces sea necesario.
Saludos cariñosos,
María del Carmen

Anónimo dijo...

Hna. Josfina, estoy de acuerdo con el comentario que le hace a Fernando, los caminos de la vida no son un lecho de rosas, hay muchas piedras y caídas, cansancio y pesimismo, el mérito está en levantarse y seguir adelante, o volver a iniciar el camino nuevamente, cuantas veces sea necesario.
Saludos cariñosos,
María del Carmen