Hace ya varios días que estoy viviendo, interiormente, en un clima profundo y suave de agradecimiento, por estos algo más de dos años y medio vividos en Montevideo – Uruguay.
Mirando para atrás, por un lado, pasaron varias cosas bien fuertes: enfermedades y muertes de seres queridos, dolores grandes en nuestra familia religiosa; pero hoy, de verdad, sobre todo tengo que agradecer este tiempo vivido con los uruguayos.
Los que conocí, que hoy son mis amigos -y que supongo, porque no creo que sea yo la que tenga una suerte especial, deben ser representativos de ‘los uruguayos’- tienen algo muy especial: son sencillos, llanos, entrañables, sensibles, profundos, comprometidos, y también vulnerables. Sobre todo, ‘muy personas’; y ojalá se entienda lo que quiero decir porque es mucho.